Pontevedra
Pontevedra, boa Vila.
En la casa consistorial pontevedresa figura la inscripción:
“Fundote Teucro valiente
de aquesta ría a la orilla
para que en España fueras
de villas, la maravilla”.
Cunqueiro habló de un inglés viajero, de comienzos del siglo XIX, llamado Milford, que - refiriéndose a Pontevedra - mencionó una "Amena ciudad situada en una colina".
"Ciudad Museo", la llamó Castroviejo, afirmando no saber cuando entraba en el Museo y cuando salia de la Ciudad. Peronosotros preferimos iniciar nuestro recorrido recordando las palabras de aquel duque francés que, en nuestra Guerra de la Independencia, derrotado, incendió un barrio pontevedrés exclamando: ¡Tu belleza me desarma!.
Nos dirigimos a la ciudad de la belleza que desarma, la Boa Vila del cantar, que si en la Edad Media fue la capital del comercio del Noroeste hispano, hoy es uno de los más entrañables conjuntos urbanos de este País.
En tiempos, la vía marítima seria el mejor acceso para llegar a Pontevedra, y aqui acaban infinidad de rutas marinas.
Pero hoy existe una mayor variedad... desde la moderna autopista o las carreteras que la vinculan al resto de Galicia, al ferrocarril llegado a Pontevedra a finales del pasado siglo queoriginó unsustancial cambio en la geografía urbana de esta ciudad, y tres nuevos puentes sobre el río.
El Río Lérez. Sus aguas han recorrido más de medio centenar de km. desde las tierras de Forcarei hasta llegar a este lugar. Aquí se le unen Alba y Tomeza... Y se forma la Ría de Pontevedra, la más acogedora de Galicia.
Protegida por los montes Acibal, Castrove y da Fracha, fue Pontevedra desde sus albores un crucede caminos.
Sus primeros habitantes lo fueron de Palafitos, instalados en las orillas del Lérez. Luego, de un poblado protegido por el cercano castro que era a la vez su santuario. Y, por fin, de un puerto que fue corazón de la ciudad durante muchos siglos, dedicado al estaño primero, luego a la pesca y, por fin, al comercio. Y aqui llegaron los árabes o los normandos, ingleses y franceses, berberiscos y turcos, en busca de riqueza, a sangre y fuego.
Para nuestra entrada en Pontevedra, elegimos la via que procede de Santiago, y de las tres entradas posibles, la del vetusto puente del Burgo, dejando a la izquierda la moderna zona de recreo y servicios y a la derecha, algo más lejos, la urbanización de A Caeira, que si administrativa mente pertenece al municipio de Poio, tiene directísima vinculación con la ciudad de Pontevedra.
La razón de elegir esta vía viene dada por la historia... En el siglo XII se menciona a Pontevedra como Ponte Veteris, o Burgo de Ponte Veteris, el Puente Viejo. Y junto al Puente nació el primer núcleo habitado, inicialmente destinado a la atención a los viajeros.
El puente tenía cuatro arcos entre dos torres. Su recuerdo es el motivo central del escudo de la Ciudad.
- En el itinerario romano Per Loca Maritima, de Antonio Pio, Pontevedra fue la III Mansión... Se la llamó Ad Duos Pontes... Existe la duda de si el primero de estos puentes era el Ponte Sampayo o el Ponte do Couto sobre el río Tomeza. Pero lo que si es seguro es que el otro era el actual Ponte do Burgo, El Puente Viejo, Ponte Veteris, la primera entrada natural de Pontevedra. El actual puente, medieval, alterado por sucesivas modificaciones, es sin duda sucesor del que en 1165 fue escenario de la firma del tratado de Paz entre los reyes Alfonso de Portugal y Fernando de León. Y quizás el mismo que a finales del siglo XIV era "Muy buen lugar para los que quisiesen hacer armas por amor de sus amigas, ca todas las dueñas e doncellas de Pontevedra eran a mirar por el adarve de la villa”.
Aguas arriba, está el Monasterio de San Salvador de Lérez, fundado en el siglo IX. Con él empezó la historia de Pontevedra.
Nada queda de la primera fábrica románica. La actual iglesia es neoclásica, como lo es su retablo mayor. Aqui está la capilla de San Benito, el del famoso cantar:
Si vas a san Benitiño
non vaias ó de paredes,
que hai outro máis milagreiro,
San Benitiño de Lérez.
Aquí estudiaron y enseñaron el Padre Feijoo y el Padre Sarmiento, los dos grandes del siglo XVIII en Galicia, y una lápida les recuerdaen la fachada de la antigua casa benedictina.
En la desembocadura del Lérez se asentaba el barrio marinero de La Moureira, con su muelle de Las Corbaceiras, donde se cree fue construida la Santa María (La Gallega), para la expedición del descubrimiento de América. Hoy son sólo un recuerdo sus casas de planta baja, con fachada en forma de mitra, originada por la inclinación de sus tejados.
Las ordenanzas de la villa, de mediados del siglo XVI, impedían la residencia en La Moureira a quienes no fueran trabajadores del mar.
Dijo el Licenciado Molina en su descripción del Reino de Galicia que Pontevedra cargaba
Navíos que pasan de ciento
de tantos pescados y mantenimiento
que hincha a otros Reinos y a la AndalucÍa.
El máximo esplendor de Pontevedra coincidió con su mayor relación con el mar, en los siglos XIV, XV y XVI, si bien su importancia comercial se mantuvo hasta mediados del XVIII. Pero las guerras, peste, emigraciones, cambios en el comercio y - sobre todo - los aluviones que cegaron su puerto convirtiendo en fluvial lo que antes era plenamente marítimo, hicieron decaer su importancia comercial y de transporte.
Al final del puente, comenzaba antaño la ciudad amurallada. Tuvo Pontevedra Muralla, comenzada a construir; en el siglo XIII, y que perduró hasta mediados del XIX. Medía 2.170 metros y aún podemos seguir paso a paso su trazado, que en su último tramo discurria por las actuales calles de:
- Arzobispo Malvar (donde quedan algunos de sus restos junto a la iglesia de Santa María)
- Michelena
- Cobian Rofignac
- Amoedo y
- Avenida de Buenos Aires.
Desgraciadamente, en la actualidad, la muralla es sólo un recuerdo.
Nos situamos de nuevo al final del Puente del Burgo, para comenzar el recorrido por la ciudad. A pesar de hallarnos a las puertas de la ciudad antigua, estamos inmersos en el tráfago de la vida moderna. Hoy como ayer, la vida entra en Pontevedra por el Puente del Burgo.
Nuestro primer destino es Santa María La Mayor, fundada por el poderosísimo Gremio de Mareantes do Corpo Santo, precisamente en el lugar que antaño ocupó la iglesia románica de Santa María La Antigua, y dominando el barrio marinero y la bahia de Pontevedra. Fue erigida en la primera mitad del siglo XVI.
De su fachada, obra de Cornelis de Holanda y Juan Noble, dijo Cunqueiro que "la habia patinado el viento del mar o la mirada de los que llegaron, en naves,desde lejanos puertos, con la nostalgia de la villa natal ”.
Combinando ojival y plateresco, es el primer monumento de Pontevedra y uno de los más bellos del gótico isabelino de Galicia. Fue elevada al rango de basílica por el papa Juan XXIII.
Ocupa la corona del viejo castro, milenario lugar sagrado de Pontevedra. Tiene planta basílical con capillas laterales que le dan forma de cruz.
Subimos la amplia escalinata - reformada a mediados del pasado siglo -. La fachada principal, como un gran retablo de tres cuerpos (los laterales salientes, y entrante el central), entre contrafuertes, presenta entre otros varios motivos un Transito de la Virgen, sobre el arco de la portada. Y, sobre el rosetón, la Coronación de María en lo alto, un calvario. Y sobre los contrafuertes, San Miguel y Teucro, mítico fundador de la ciudad.
En la puerta lateral de la derecha, medallones del Emperador Carlos I y su esposa. Al lado, el Cristo del Buen Viaje, del que se despedían los marinos pontevedreses antes de embarcarse. Su ábside poligonal es la parte más antigua.
En el interior, tres naves separadas por haces de columnas. Merecen especial mención sus retablos barrocos, y las capillas de la Concepción ( con el sepulcro del regidor Diego de Arango ), de San Miguel ( con el sepulcro de los Mariños de Lobeira ) y la del Corpo Santo, que lleva el nombre del gremio de Mareantes que fundó esta Iglesia.
Esta es la antigua huerta del Convento de Santo Domingo, hoy Alameda y centro administrativo de la capital. Aqui se encuentran la Casa Consistorial, Diputación Provincial, antigua Escuela normal de Magisterio, Instituto, Facultad de Bellas Artes… todos ellos edificios de finales del pasado siglo.
En la cabecera de la Alameda, rodeado de un estanque, monumento a los Héroes de Pontesampayo, que conmemora la gesta de los gallegos en la Guerra de la Independencia.
A finales del siglo XIl llegaron a Pontevedra los dominicos que, a finales del XIII, comenzaron la construcción de su convento, primero en A Moureira, y luego en este lugar.
En el siglo XVIII, se comenzó la reconstrucción del antiguo edificio, en estilo neoclásico, reconstrucción que no pudo ser terminada por la exclaustración, por lo que han podido conservarse la cabecera del templo y sus cinco ábsides poligonales, de estilo gótico. Se conserva, asimismo, la fachada de la sala capitular, del siglo XV. El resto del edificio fue derribado a finales del siglo XIX para la construcción del Instituto de enseñanza media anejo.
En el interior se conservan sepulcros adosados en los muros, con estatuas yacentes de destacados personajes de la historia de Pontevedra... en la primera capilla, Tristán de Montenegro; en la última de la derecha, Payo Gómez de Soutomaior; y en la capilla central, Suero Gómez de Soutomaior, pontevedreses ilustres del siglo XV, que aquí quisieron ser enterrados y hoy comparten espacio con parte de la sección arqueológica del Museo de Pontevedra, instalada en 1927, siendo inaugurada en 1938. Se muestran en este Museo excelentes restos romanos visigóticos y medievales.
En una dependencia aneja se encuentran los arcos medievales de San Bartolomé el Viejo, iglesia derribada a mediados del pasado siglo para la construcción de la plaza que hoy lleva el nombre de Curros Enríquez.
En tiempos, Pontevedra fue uno de los centros militares más importantes de Galicia. Por ello, nació el romance:
Anque vou a Pontevedra
non vou por ver os Soldados;
vou por ver a Pelengrina
a dos Pendentes Dourados.
En el siglo XVIII, se fundó la Cofradia de Nuestra Señora del Refugio y Divina Peregrina, culto promovido por los franciscanos y oriundo de Sahagún.
El 18 de junio de 1778 se colocó la primera piedra de la Iglesia de la Virgen Peregrina, en honor de la que - procedente de Efeso - quiso hacer peregrinaje a pie a la tumba de Santiago, y en Pontevedra se paró a descansar.
El origen de la tradición está vinculado al Camino del Sur o Camino Portugués a Santiago de Compostela, que también podria llamarse Camino de la Virgen Peregrina. El Camino llegaba aqui por la antigua Porta de Trabancas o Porta da Vila.
La iglesia, de estilos barroco y neoclásico, del estilo denominado " De los maestros de obra ", tiene planta circular en forma de concha de vieira, y original fachada curva.
La Virgen, Santiago y San José, figuran en la portada.
Alberga la imagen de la patrona de la provincia de Pontevedra, con sombrero en el que figuran las conchas de peregrino y en la mano bordón de romero y calabaza de agua. En su brazo izquierdo, el Niño.
Su pila de agua bendita está formada por una gran concha marina que fue donada por el Almirante Méndez Núñez.
Es la iglesia más caracteristica de la ciudad de Pontevedra.
Esta es la Plaza de la Herreria, la del famoso cantar:
Pontevedra é boa vila
dá de beber a quen pasa
a fonte da ferrería
san bartolomé na plaza.
La fuente se encuentra en la actualidad en las inmediaciones de San Francisco. Aquí estaban las herrerias, bajo los soportales que luego albergaron el mercado, y hoy forman un singular conjunto monumental.
Iglesia-Convento de San Francisco, del primer ojival, aun con aire románico... Si bien ya existía a comienzos del siglo XIII, creyéndose fundada por el propio Francisco de Asis, la construcción es de comienzos del XIV, excepto la portada y algunos restos del siglo XIII. Tiene planta de cruz latina. Ocupa terrenos que fueron de los Soutomayor, al lado del emplazamiento de la antigua muralla, y aprovechando algunas de sus torres. El arzobispo Malvar la amplió a finales del siglo XVIII, sustituyendo el claustro y adosándole el edificio que hoy ocupa la Delegación de Hacienda, en cuya entrada se encuentra la Puerta de Santo Domingo, de la antigua muralla.
Son muy notables los enterramientos del interior, especialmente el de Payo Gómez Charino, de los Soutomayor, que apoya su pie en un león y sostiene con firmeza su espada. Se recuerda su hazaña: "aquí yace el muy noble caballero Payo Gómez Charino el primero señor de rianjo que ganó a sevilla siendo de moros y los privilegios de esta villa".
El llamado Almirante do Mar, mandó las naves pontevedresas que rompieron el puente de barcas y las, cadenas que para defensa de Sevilla cruzaban el Guadalquivir, conquistando la ciudad.
Fernando III el Santo, otorgó privilegios a Pontevedra, para testimoniar su agradecimiento a Payo Gómez Charino, buen guerrero y gran poeta.
Santa María y San Francisco están situados en los monticulos que antaño ocuparon los dos castros de Pontevedra.
Extramuros de la vieja Pontevedra, Iglesia del Convento de Santa Clara, de religiosas clarisas, de finales del siglo XIV, de estilo ojival. Se considera fundado este convento a finales del siglo XIII. Entonces, esta zona estaba muy cerca de la Porta e Torre almeada de Rocha Forte, de la Muralla.
Destaca su ábside poligonal, más alto que su única nave, y la puerta de ingreso del lateral norte, gótica, flanqueada por columnas, con una representación del Juicio Final. El resto de la iglesia está oculto por el edificio del convento. En su interior destacan los altares barrocos y frontales de cuero.
Ya hacia el centro de la ciudad, San Bartolomé o Novo, construido para iglesia y colegio de los Jesuitas a finales del siglo XVII. Su barroco es una mezcla del barroco gallego y las formas más internacionales de este estilo.
La huerta del convento llegaba hasta el rio Lérez.
En el interior conserva notables retablos barrocos.
En el edificio que albergó el convento, adosado a la iglesia (edificio Sarmiento), se encuentran en la actualidad dependencias del Museo provincial de Pontevedra.
En la Plaza de la Leña, dos barrocas casas señoriales albergan el núcleo principal del Museo de Pontevedra: La Casa de Castro Monteagudo y el Palacio de García Flórez, ambas de mediados del siglo XVIII, unidas por un original arco moderno.
Constituye uno de los más importantes museos provinciales de España, y es el fruto del trabajo de destacados pontevedreses desde la fundación de su patronato en 1927. Castro Sampedro, Sánchez Cantón y Filgueira Valverde, son nombres unidos ya - por serlo al Museo - a la historia de Pontevedra.
En el edificio Castro Monteagudo, albergan las salas de:
-Arqueología y Prehistoria, con los tesoros de Caldas, A Golada y Foxados, compuestos por torques, peines litúrgicos, vasos, hachas...
-Coleccion de Cruces Parroquiales Gallegas y Portuguesas...
-Pintura... pudiendo observarse prácticamente la evolución de la pintura en España.
En el Palacio de García Flórez cabe destacar la existencia de:
- La más valiosa colección de azabachería compostelana existente en Galicia.
- Piezas de oro del denominado "Tesoro de Caldas"
- Colección de 650 objetos de plata, la más variada de uso civil exhibida en España.
- Amplia muestra de orfebrería popular.
- Excepcional colección de cerámica de Sargadelos. -Documentación de la Cofradía do Corpo Santo.
- Sala Castelao...
- y una réplica de la Cámara de la Fragata Numancia, primer acorazado español que dio la vuelta al mundo del Almirante Méndez Núñez.
La llamada Casa Fernández López en honor a su gran benefactor, edificio actual, al lado del Pazo Castro Monteagudo, alberga la biblioteca y el archivo del Museo. (este edificio está siendo ampliado de forma destacada, abarcando toda la manzana entre las calles adyacentes).
Es de destacar la gran actividad cultural que desde su creación viene desempeñando el Museo de Pontevedra, evidenciándose como una entidad viva y con decidida influencia no sólo en Pontevedra, sino en toda la Galicia sur.
Dejamos por fin que nos embargue el espíritu de la ciudad, y nos perdemos por sus calles y plazas... Ninguna ciudad gallega reunió tanta hidalguia; tanta nobleza...
Esta es la que pudiera considerarse la vía principal, el eje de la ciudad antigua, y que de Santa Clara llega a Santa Maria, con los nombres de Calle Padre Sarmiento e Isabel II.
En cualquiera de sus calles es posible hallar casas solariegas de nobles pontevedreses... Como el Pazo de Mugartegui, en la plaza del mismo nombre; el pazo barroco con decoración renacentista de los Barbeito, sede del museo etnológico de Liste, también llamado Casa de las Caras; la casa de la familia Méndez Núñez, edificada en el solar del Pazo-Castillo de los Churruchaos; o el Pazo del Barón de Casa Goda, hoy convertido en Parador Nacional de Turismo. Sin olvidar el Teatro Principal, joya rescatada para el quehacer cultural pontevedrés.
Pero si algo hubiera que destacar en la monumentalidad de Pontevedra, conformada por la piedra labrada por los canteros de esta tierra, son las plazas... Unidades básicas de convivencia urbana, las plazas pontevedresas son únicas.
Ferrería, la plaza central... la Leña, donde antaño se vendia el combustible para las cocinas... Cinco Calles... y Teucro.
Antigua Plaza del Pan, la Plaza de Teucro se llama asi en honor al mítico fundador de la ciudad.
Hijo de Telamón y Hesíone, hermano de Ajax, Teucro sería un exiliado de Troya que la tradición quiere que aquí fundase la vieja Helenes. Lo atestiguaron Estrabón y Plinio. Y los pontevedreses sacaban a Teucro en procesión por Corpus. Y le dieron su nombre a esta plaza para que quede constancia de su papel en la mitología de Pontevedra.
Y si hasta ahora la historia hecha piedra fue el centro de nuestra atención, fijémonos ahora en la vida, en el diario acontecer pontevedrés... en su industria... en su comercio... en sus gentes... en el pulso cotidiano de una ciudad - boa vila - plena de vitalidad.
Y si junto al Lerez comenzamos, al Lerez volvemos para recorrer el Paseo que nos lleva a la Isla de las Esculturas, con doce obras de arte de los más famosos escultores contemporáneos, contigua al Pazo da Cultura y en el entorno del Campus Universitario.
Desarmados por el señorío y la belleza de Pontevedra, volvemos a Castroviejo que afirmaba que "Pontevedra no es una Gran Ciudad, ni falta que Le hace, sino que es una Villa Espiritual", escuchamos a Cunqueiro poner punto final a esta visita:
Pontevedra está hecha para el hombre y el sosiego, el ocio de los días. Es una ciudad ideal para un artista nostálgico.