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Monseñor Barrio presidió la Solemnidad del Apóstol Santiago acogiendo la ofrenda del delegado regio, el alcalde compostelano

El Arzobispo de Santiago, Julián Barrio, en su homilía en la Solemnidad del Apóstol Santiago, indicó que “en toda encrucijada de civilización e historia, la Iglesia ha de interpretar con creatividad, humildad y coraje los signos de los tiempos, superando rutinas adquiridas y buscando nuevos caminos de evangelización más allá de soluciones de emergencia”. De esta forma, Monseñor Barrio, quien presidió esta Eucaristía en la Catedral de Santiago, explicó las lecturas del día realizando una actualización de las mismas y subrayando que “la fuerza de la Iglesia le viene de Dios y no proviene de los hombres”. Destacando de san Pablo que la Iglesia siempre ha encontrado dificultades en el cumplimiento de su misión, el Arzobispo Compostelano aseguró que el ministerio de la Iglesia es el servicio, la caridad: “La Iglesia ha de vivir a favor de aquellos por quienes Cristo murió y con quienes convivió: los pobres, los marginados, los apesadumbrados por el pecado y por la dureza del camino hacia la verdad, los que sufren la soledad, hambre, desesperanza e injusticia, y los que no encuentran el sentido a sus vidas”.
Monseñor Barrio quiso explicar en su homilía que la Iglesia no se rige con categorías del poder político terreno, sino que la Iglesia ha de ayudar al hombre de hoy a llenar su vacío, “ofreciéndole la fuerza liberadora del Evangelio para seguir a Cristo que llama a tener sus mismos sentimientos y compartir su cruz cada día sin esperar recompensas conforme a los intereses humanos”.
Por eso, la Iglesia ofrece ayuda y manifiesta disponibilidad al diálogo “para tratar las cuestiones substanciales que afectan a la persona humana, no busca poder, privilegios o posiciones de ventaja social, sino evitar el desequilibrio entre las posibilidades técnicas y la fuerza moral, desequilibrio que siempre afecta negativamente a la persona”.
El Arzobispo compostelano, en esta fiesta del Apóstol Santiago, destacó que la Iglesia “ha promovido aquellos valores que han hecho universalmente apreciable la cultura de una Europa que como otros continentes, está viviendo la trágica angustia del terrorismo siempre condenable, fruto del fanatismo y la irracionalidad”. Así, señaló que la Europa del Espíritu, la del siglo XXI, no se puede concebir sin el cristianismo que tiene un lugar decisivo, aunque no exclusivo. Para Monseñor Barrio la situación que se vive hoy en Europa refleja la tensión entre “creencia e increencia, fe y razón, religión e irreligión, olvidando que la fe religiosa informa la moral que da vida y confiere sentido a las diferentes civilizaciones”.

La misión y la preocupación de los cristianos
Tras exponer la misión de la Iglesia en nuestra sociedad, Monseñor Barrio invitó a ofrecer la herencia cristiana como parte de nuestra historia: “Debemos testimoniar la verdad de la fe y de la moral católica, creando desde la conciencia moral una cultura que no ignore el valor trascendente de la persona humana ni exalte una libertad falsa y sin límites”. Para el Arzobispo de Santiago, la preocupación de los cristianos no es tener una relevancia social, sino la de verse marginados porque sus convicciones no son profundas y su forma de vida no es coherente con su fe. Así se preguntó en alto: “¿Cómo llegar a una profundización de la fe con un mejor conocimiento del Evangelio y de la doctrina de la Iglesia? ¿Cómo seguir dando forma a la preferencia de la Iglesia por los pobres y desprotegidos en el contexto de nuestra sociedad? ¿Cómo encontrar formas de colaboración que no neutralicen el vigor profético de la misión de la Iglesia?”

Peticiones
Por último, ya en lengua gallega, Monseñor Barrio encomendó a todos los pueblos de España, en especial a Galicia, a las personas que murieron en los atentados terroristas y a los que perdieron la vida en la extinción del fuego en Guadalajara. Asimismo, pidió por el gobierno de España, agradeció el servicio de los políticos gallegos que dejan esta responsabilidad y explicitó los mejores deseos para quienes asumen ahora esta responsabilidad, para “que guiados en sus pensamientos y decisiones por el Señor, fortalezcan los derechos fundamentales de la persona y respondan a los imperativos del bien común”. Terminó su homilía pidiendo protección para la Familia Real y para el oferente, José Antonio Sánchez Bugallo, su familia y sus colaboradores.
Concelebraron en esta Eucaristía, entre otros, el Nuncio en la India, Mons. Pedro López Quintana; el obispo emérito de Tui-Vigo, Mon. José Cerviño Cerviño; el obispo de Tui-Vigo, José Diéguez Reboredo; de Lugo, Mons. José Gómez González; Ourense, Mons. Luis Quinteiro Fiuza; Mondoñedo-Ferrol, Mons. Manuel Sánchez Monge; Astorga, Mons. Camilo Lorenzo Iglesias; Vitoria, Mons. Miguel Asurmendi Vales y el P. José Carballo, Ministro general de los Franciscanos, así como el deán de la catedral, Manuel Calvo Tojo, vicarios episcopales y sacerdotes diocesanos.


Gabinete de Comunicación Arzobispado de Santiago de Compostela